La crisis sanitaria derivada del COVID-19 llegó en cámara lenta a nuestro país, pero sin duda nos cambió la vida a todos. La sociedad está dividida ahora más que nunca, hay pánico colectivo entre los que le temen al virus y a los que nos les importa siguen organizando eventos sociales, por lo que la crisis sigue postergándose hasta el fin de los tiempos. La economía está en uno de sus peores momentos y lamentablemente son pocas las familias que no se han visto afectadas por la crisis actual, a muchos les redujeron los días laborales y por ende el salario, otros perdieron sus trabajos y se vieron orillados a vender lo que fuera para no dejar de percibir ingresos y otros simplemente no podían dejar de laboral porque viven al día, aunque eso signifique arriesgar su salud.

Como jóvenes la verdad es que no nos enteramos mucho sobre la economía, a menos que ya nos encontremos trabajando o a través de nuestros padres, y aquí es donde viene la parte dura. Si nuestros padres perdieron su trabajo o les redujeron el sueldo, nuestra forma de vida comenzará a cambiar. Veremos que en la despensa dejará de haber muchos antojos y se comprará lo necesario, algunos servicios contratados como los de streaming o telefonía celular tendrán que volverse más austeros y la parte más delicada de todas es que la educación comienza a ser costosa si eres de los que estudia en una institución privada o necesitas muchos materiales escolares.

Según el periódico Excélsior, el confinamiento ha hecho que 3 millones de jóvenes abandonen la escuela. “Datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) difundidos el mes pasado señalan que la deserción en el ciclo escolar 2019-2020 para el nivel básico alcanzó 10% de la matrícula, lo que significa que 2, 525, 330 alumnos de preescolar, primaria y secundaria abandonaron sus estudios en plena contingencia sanitaria. Además, 305, 089 universitarios, equivalentes a 8% de la matrícula en ese nivel educativo, también lo hicieron. Se estima, además, que 800 mil alumnos ya no transitaron de la secundaria al bachillerato.”

Estas cifras son gravísimas y se suman a los más de 4 millones de chicos que no estudian en nuestro país. No importa si el abandono fue por falta de ingresos de los padres, porque no contaban con el equipo adecuado para seguir las clases a distancia (computadora, dispositivo móvil o televisión)  o porque los alumnos no sentían que aprendían y la mejor opción era esperarse hasta el siguiente ciclo, aunque que perdieran un año, lo grave es que el gobierno solo está reportando las cifras sin hacer nada al respecto, como subsidiar servicios de internet, hacer acuerdos para reducir colegiaturas o proporcionar equipos de cómputo. Así que está en nosotros no dejar la escuela, apoyar a nuestros compañeros para que no se queden atrás, y si queremos ayudar con los gastos del hogar asegurarnos de no dejar a un lado la escuela, porque la experiencia dice que una vez que ya te pones a trabajar es difícil volver a los estudios.

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